La historia del tabaco


Cuando
Cristóbal Colón llegó a América en 1492En su libro, señala que los indios utilizan el tabaco por sus propiedades mágicas y medicinales. André Thevet trajeron las semillas y se inició el cultivo del tabaco en Europa.

La palabra tabaco, utilizada originalmente por los europeos para describir tanto la planta como el cigarro fabricado con sus hojas, procede del español tabaco, a su vez tomado de una palabra arawak para designar un tipo de pipa, un instrumento con dos tubos. Está atestiguado en su forma española desde la primera mitad del xvie siglo. Los arawaks, un grupo de pueblos amerindios de las Indias Occidentales y la Amazonia, probablemente tenían otra palabra para designar la planta que llamamos tabaco(digo según el arqueólogo Benoît Bérard); esta palabra apareció en español a través de un cambio semántico, en el que el recipiente (pipa, instrumento) acabó designando el contenido (hojas secas de la planta) y luego la propia planta.

El cultivo del tabaco se originó en América hace más de 500 años. Cuando Cristóbal Colón conoció a los amerindios, éstos enrollaban hojas de tabaco para curarse hasta obtener una especie de cigarro grande que llamaban "tabaco". También se quemaba en su pipa una mezcla de varias hierbas, incluido el tabaco.

En 1492, durante su expedición a América, Cristóbal Colón descubrió el tabaco y lo trajo a Europa, a las cortes española y portuguesa, donde se utilizó durante mucho tiempo como simple planta ornamental. No fue hasta mediados del xvie que el médico personal de Felipe II de España comenzó a promoverla como "medicina universal". Se dice que la primera descripción escrita es del historiador español de Oviedo.

Fue introducida en Francia en 1556 por un monje Cordelier, André Thevet, quien, al regresar de su estancia en Brasil, la cultivó en las cercanías de su ciudad natal,Angulema. Entonces se llamaba "herbe angoulmoisine" o "herbe pétun".

En 1560, el embajador francés (Francisco II) en Portugal, Jean Nicot, atribuyó al tabaco virtudes curativas y envió tabaco en polvo a la reina Catalina de Médicisapara tratar las terribles migrañas de su hijo Francisco II. El tratamiento tuvo éxito y el tabaco pasó a ser conocido como la "hierba de la reina". Su venta en polvo estaba reservada a los boticarios. En honor a Jean Nicot, el duque de Guisa propuso llamar a esta hierba nicotiane. Esta propuesta fue adoptada por el botánico Jacques Daléchamps que, en su libro Histoire générale des plantes, en el capítulo titulado "Du Petum ou Herbe à la Reine", la ilustró con un grabado titulado Nicotiane o Tabacum, terminología que posteriormente utilizó Linneo para crear su binomio. La planta recibió muchos nombres, como "nicotiana", "medicinal", "catherinary", "hierba del señor Le Prieur", "hierba sagrada", "hierba para todos los males", "panacea antártica" y, finalmente, "hierba del embajador".

Fue al final de la xvie siglo en que apareció la palabra "tabaco": la primera ilustración botánica fue realizada por Nicolas Monardes en 1571. En 1575, André Thevet ofrece un "pourtrait de l'herbe Petum ou Angoulmoisine" en su Cosmographie universelle (t II, livre XXI, cap VIII).

Al mismo tiempo, se publica uno de los primeros tratados sobre el tabaco, considerado entonces como una planta medicinal: L'instruction sur l'herbe petum (1572 ) de Jacques Gohory.

El cardenal de Richelieu introdujo un impuesto sobre la venta de tabaco en 1629. Colbert hizo de su producción y comercio un monopolio real y en ese momento la producción nacional era la más desarrollada de Europa, con plantaciones en el Este, el Suroeste, así como en las cuatro islas más pobladas de las Indias Occidentales: Saint-Christophe, Martinica, Guadalupe y Saint-Domingue.

El tabaco tuvo un rápido y animado éxito en el xviie siglo. Así, Molière abre su obra Dom Juan o la Fiesta de Pedro con una diatriba de Sganarelle sobre el tabaco:

"Diga lo que diga Aristóteles y toda la filosofía, no hay nada igual al tabaco, es la pasión de la gente honrada; y quien vive sin tabaco no es digno de vivir; no sólo alegra y purifica el cerebro humano, sino que instruye a las almas en la virtud, y se aprende de él a ser un hombre honrado. ¿No ves cómo, en cuanto lo tomas, se usa de forma complaciente con todo el mundo, y cómo estás encantado de darlo a la derecha y a la izquierda, dondequiera que te encuentres? Ni siquiera se espera a que lo pidan, y se adelanta a los deseos de la gente: tan cierto es que el tabaco inspira sentimientos de honor y virtud en todos los que lo toman.

 

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